sábado, 26 de julio de 2014

Ratafía


Fue ayer, ayer por la tarde, el sol caía como cae por Santiago Patrón, despacio y con ganas, como si quisiera estar toda la noche en su sitio. Buen día para hacer Ratafía. . En la mesa había veinticinco ingredientes, flores, hierbas secas, especias, cortezas y semillas esperando turno para dejarse transformar y tomar una identidad  superior, para ser historia.
 Teníamos: nuez moscada, anís estrellado, clavo de olor, nueces verdes, canela, junípero, eucalipto, romero, tomillo, hierba luisa, hinojo, mejorama, poleo, melisa, menta piperita, hierba de san juan, milenrama, salvia, ruda, manzanilla, orégano, estevia, albahaca, corteza de naranja y de limón, azahar, Matalahuga, Jamaica, Tomillo limón, Laurel, Angélica, Regaliz, Jengibre, Tila, Vainilla, Comino, Pimienta rosa y negra, Azafrán, Ajedrea, Sichuan, Carcade, Equiseto, Siempreviva, azúcar tostado, agua de rosas y espíritu de vino.

Una vez preparado todo, y antes de nada, vino un Padrenuestro, muy importante, para que la Providencia sepa de nuestro agradecimiento por las flores y los frutos del polvo y de la tierra. Después todo dentro, de la damajuana, claro, y a reposar cuarenta días, debe macerarse, despacio y a sol y selena como decimos en catalán.
 Durante la cuarentena será la luna creciente desde hoy -pues estamos en novilunio- y esto dará fuerza al espíritu atosigado por el sol y refrescado -es un decir- por la luna que nace. Esperar cuarenta días es un modo de acompasar el deseo a la necesidad, una manera de entender que el tiempo que fluye no es el mismo que el tiempo en una ecuación. El arte no tiene horas, o si se quiere, posee elementos de eternidad, que viene a ser lo mismo.
 La Ratafía será aromática, espesa, con densidades complejas de olor floral y de monte, como un bálsamo. Su color será moreno, como no podría ser de otro modo en algo nacido y criado a orillas del Mediterráneo en plena canícula.
Beber Ratafía es también un arte, debe hacerse despacio, bien acompañado y oliendo muy hondo antes de dar el licor al paladar. Si está bien hecha deberá recordarnos en la boca todo el paisaje del que está provista, con su esencia madre que nació del granito en estepas de tomillo, hinojo, y romero y con la aroma del marenostrum que todo lo impregna aquí, pues hasta estando en el monte estamos en él, todo lo humidifica, sofoca, impregna y barniza con sal y con luz azul.

4 comentarios:

  1. ¿ Estáis seguro, David que no os falto alguna planta?, es broma. Simpática anécdota la tuya de las prisas, a mí suele pasarme, con tu atrevido cambio de orden, pero son cambios que se hacen con el corazón.


    Llevas razón el arte no tiene horas, paciencia y como si fuera eterno.


    La Luz Azul...es preciosa, bonito título para un libro.


    Gracias por esta otra caminata, David, un verdadero placer.


    Saludos. Teresa.

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    Respuestas
    1. Existe un libro y una película con ese nombre, Luz azul, de Gustav Renker,
      Como siempre gracias por los oportunísimos comentarios y halagos.

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    2. La película -inspirada en el libro homónimo-es:Das blaue Licht (The Blue Light),1932
      Director:
      Béla Balázs, Leni Riefenstahl

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    3. Gracias, David intentaré ver la película, y leer el libro.

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