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Sant Martí del Montnegre, tiene un nombre bonito en catalán este paraje de la sierra litoral por el que anduvimos hoy.
Ya se sabe de nuestra afición a los caminos, a los paseos y a las hierbas. Hoy había Hipérico por doquier, cuando lo buscábamos fue esquivo, pero después lo hallamos en cantidad.
Me preguntaba Joan durante el paseo, con cierta socarronería, o sea, con complicidad de amigo, de qué madera sería la vara de Moisés. No me consta que se diga en el Génesis, pero por contexto deduzco, quizá apresuradamente, que podría tratararse de acacia, aunque podría ser cedro, que sicómoro no lo creo. Quedó la pregunta sin respuesta, pero no pudo el infortunio evitar que hallásemos una espléndida rama de castaño silvestre para fabricar un bordón, una vara que me ayude a andar los caminos y a asentar el peso del cuerpo, que de vía en vía y de día en día, tiende a la demostración de la ley de la gravedad, o sea a caer.
El paseo, bonito, de Sant Iscle a la iglesuela de Sant Martí. Es pequeña la ermita, pero tiene historia y muchas vistas pues desde su portal puede verse toda la falda del Montseny y sus picos y la depresión del Vallés-Penedés que distingue las cordilleras del litoral y del interior.
La ermita es románica, de dentro no pudimos verla, ya se sabe, están cerradas todas, los pillos y los vándalos suponen un riesgo y se cierran, aunque yo creo que bastaría encomendarlas a la Providencia con determinación, para que eso no sucediera, me parece. Los caminos estos son viejos y muy pisados, están llenos de piedra y d polvo, de humedales y bosques; Enric encontró varias setas, conocidas unas, otras no tanto, pero sorprende verlas en verano, pues las esperamos en otoño, o en primavera, pero no en verano.
Las setas tienen algo de inquietante, son súbitas, viven de lo muerto, no se sabe si son plantas u otra cosa, y además pueden ser deliciosas o ponzoñosas; sin avisar, de repente, pueden fulminarnos si comimos de su carne sin saber de sus ácidos.San Martín tampoco avisó de que iba a rasgar su capa para compartirla con un mendigo, lo hizo y bastó; las cosas importantes requieren presteza, mejor son de hoy que de mañana, y en los bretes está claro: la carestía obliga a pedir y la tenencia a dar al que pide, que de otro modo no se puede ser ni santo ni patrón, quizá sí ladrón.
jueves, 3 de julio de 2014
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