viernes, 11 de julio de 2014

La razón de las cosas


Será el calor, los paseos que doy, o ambas cosas, no lo sé, pero me da por pensar. Me refiero a que me interrogo por las cosas y por los hombres que hacen esas cosas. Cada vez me gusta menos -en general- lo que me rodea, que intuyo como la antesala de un enorme desastre que nos espera y que se va prefigurando en forma de abuso, de hastío o de ambas cosas. No sabría identificar las causas últimas pero sí lo que pienso que son señales inequivocas del fin de una era -la nuestra-  a la que le aguarda la caída. Se ha subvertido tanto la organización social y el límite, que nada parece en su sitio, casi todo aparece dislocado y groseramente adornado con tópicos  y nombrado con acrónimos. Diría, como Ortega, referido al sistema: pues no era esto, no era esto. Dejémoslo.

Hoy hemos ido de paseo a una pequeña ermita, bueno a tres, la de Hortsavinyà, la de Sant Pere del Riu, y la de Eroles, que es la que muestro en la fotografía y hemos hablado de la formación que habíamos recibido con los Hermanos Maristas  in illo tempore. Los tres, Enric, Joan y yo, tenemos puntos de vista distintos sobre muchas cosas pero coincidimos en tener buen recuerdo de los Hermanos y de ese tiempo.
 Esta imagen de la Virgen que acompaña este escrito, que es la de Erolas, como ya dije, me ha recordado los meses de Mayo, dedicados a la exaltación de las flores y de María, cuando éramos niños en la escuela. Nos contaban historias preciosas que yo ya no sé contar, pero que recuerdo en su sentido más que en sus particularidades. Con Fe o sin ella eso no hacía ningún mal, y además hacía mucho bien, y era muy bonito. Hace unos días encontramos una niña, con su madre paseando, que tendrá unos seis añitos y va a la escuela que antaño regentaron los Maristas, le hablé del Ángel de la Guarda de Jesús y del corazón. Y como siempre tuve la sensación de que eso era lo que tenía que hacer. Yo soy un hombre sin Fe que no quiere extender el desamparo, me parece ilegítimo, así que seguiremos poniendo flores a María y hablando de Jesús, esperando que la previsión fatídica que pronosticamos sea errónea y que haya una Esperanza detrás del camino, pues el atardecer evoca al ocaso, y este a la eternidad que bien pudiera ser el polvo, o las estrellas, no lo sé, de verdad que no lo sé, y creo que al paso que vamos nunca lo sabré.

1 comentario:

  1. Precioso tu texto, David, de un contenido certero, donde se cruzan nuestros sentimientos con los razonamientos, no sabemos, no sabemos pero sí conocemos, el Ocaso de una etapa, todo mal colocado, las personas como borregos. Tengamos Fé del tipo que sea, no importa, Fé en la Vida misma, porque ser uno mismo en estos días es dificil y tiene su coste alto.


    Sigamos poniendo flores y besos a las cosas por el camino que vayamos, así no será tan sórdido.

    David, esto del escritor portugués, Vasco Graca Moura, acabo de descubrirle, original donde los haya. " La luz clara preludia ambigüedades por culpa de oscuros sentimientos en lugar d elas cosas olvidadas, esto lo sabía, mucho antes de ser escrito, el hombre allí sumergido en sus tinieblas cerradas, sin oír el estallido de los azotes, sin retener ya el dibujo de los mosaicos del pavimento, sin mirar más allá de la columnata.Pasaría todavía mucho tiempo antes de que alguien dijese lo que iban a repetir los otros circunstantes, ignorándolo: pero que el alma, acordándose de cómo sintió, pero no recordando ya lo que sintió, retiene una oscura sublimidad posible, hay mortandades, y que los fantasmas sean producidos dentro de nosotros, así de una materia ausente, entre la vida y los libros en el rigor del invierno, vuelve el mundo del alma terrible desierto, como a veces el conocimiento de la miseria ..."

    https://www.youtube.com/watch?v=Z005HqT6sxw



    Saludos. Teresa.

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